La razon de mi existir
Nació humilde. Pareció una simple travesura de niños, pero fue creciendo fuerte al amparo del amor y de la inquebrantable voluntad de aquellos "purretes" que ni se imaginaban estar creando ese verdadero monstruo colmado de tanta historia y pasión.
Colon se fue haciendo grande en la adversidad. Lo corrió la inundación del Paraná y el avance progresista del puerto.
Luego le expropiaron aquella cancha de Bv Zavalla y Moreno (ahora escuela). Y hubo que ir a jugar a la cancha de Atlético Gimnasia y Esgrima. Y después llego la inundación cuando el nuevo estadio ya se levantaba en el barrio Centenario. Y la ultima de hace dos años. Y...y...y..
Esa voluntad inquebrantable de aquellos chicos de 1905 se fue transmitiendo a través del tiempo en Francisco Ghiano, Italo Pedro Gimenez, el contador Salerno y José Néstor Vignatti.
En la cancha, aquellos colores rojinegros defendidos con tanta pasión en ese partido "por la camiseta" (contra NOB, que ganó COLON) que jugaron Celli, los Rebechi, Badalini, Montenegro, Cullen Funes y compañía, se fue transmitiendo a Antonio Rivarola, el correntino Eulalio Gómez, el Mariscal Ramirez, el chengo Cantelli, Salomon Elías, Tapón Funes, el flaco Errea, el negro Raúl Cardozo, Jorge Sanitá, el negro Quevedo, Cococho Álvarez, la chiva Di Meola, el negro Edgar Fernández, Villita, el Zurdo Verdirame, el Loco Gonzalez, el Bichi Fuertes y tantos otros que a través del tiempo se fueron incorporando al sentimiento y el corazón de cada uno de los miles de hinchas sabaleros a través de la historia.
Colon se hizo Pueblo, Garra y Alma. Se instaló en el corazón del humilde barrio Centenario. Y de ahí fue creciendo en aquellas inolvidables tardes de gloria. El "Cementerio de los Elefantes" se hizo leyenda. Allí cayó en Santos de Pelé, la selección y todos los grandes del fútbol.
Todos sucumbieron en ese estadio que transformo las viejas tribunas de madera que fueron testigo de enormes gestas, por este cemento que lo vio a Colon Internacional, jugando tres copas y dándole el definitivo salto de calidad.
Fue en los momentos de mayor frustración, cuando Colon surgió y renació de sus propias cenizas. Algunas veces merced a la calidad y brillantes de sus dirigentes. Otras, quizá la mayoría, por el empuje noble y fiel de su gente.
¿O acaso alguien podrá olvidar aquellos pañuelos y ese grito emocionante y desgarrador de la multitud, la noche en que el equipo perdió con Independiente 6 a 0 en el Centenario y se le cayeron las chances de ser campeón en 1997? Ahí la gente demostró porque es Colonista. Porque tiene aguante, porque en las malas siempre supo levantarse y seguir.
Y PORQUE NADA NI NADIE LE PODRÁ QUITAR ESE AUTÉNTICO SENTIMIENTO DE SENTIRSE DUEÑO Y PORTAGONISTA DE UN PEDAZO GRANDE DE HISTORIA SANTAFESINA QUE ES COLON.
Colon nació, creció y seguirá siendo de los humildes. De aquellos que se sienten postergados y que, quizás, encuentran en Colon al único motivo de alegrías e igualdades. Colon hace justicia por ellos. Les da los que otros le quitan. Por eso en cada hogar humilde donde falte el pan, habrá siempre un niño de ojos tristes y pies descalzos que se irá siempre a dormir feliz, abrazado a su camiseta, si ese día ganó COLON.
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